Yo lo miraba, sin saber que decir, tenía curiosidad y miles de preguntas formulándose dentro de mí, preguntas que por una extraña razón tenía la sensación de poder responderlas todas, aunque no estuviese consciente de la respuesta. Mi padre se alejó y caminó al lado de mi madre, Thomas paso su mano lentamente por mi mejilla, sobre mi oreja y descendió lentamente sobre mi cuello apartando un poco mi cabello, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo y las miradas de todos espantosamente sonrientes estaban postradas en mí. La mano de Thomas tomó fuertemente mi hombro y la otra se asió de mi cintura levantándome hacia él, sentí su aliento en mi piel, cerca de mi boca, sus labios recorrieron hasta llegar a mi cuello y sentí el más intenso de los dolores, tan fuerte que apenas salió un pequeño gemido de mi boca, cerré los ojos y vi una luz intensa, brillante, seguida de una oscuridad plena, una oscuridad que podía envolverme por completo y me daba el más cálido de los cobijos, pude sentir mi sangre corriendo por mis venas hasta llegar a la boca de Thomas, pude escuchar los latidos de mi corazón que cada vez se hacían más y más lentos hasta que casi dejé de escucharlos por completo. Thomas se apartó de mí, y tomándome en brazos, se arrodilló frente al señor Dupreé, quien me veía con gran satisfacción, la mirada de mi padre era fija, y calmada. Vi la cara de Thomas como jamás la había visto, era diabólica, diabólicamente atractiva, pacífica, con la mirada profunda y los labios rojos, un hilillo de sangre caía de la comisura de sus labios, me dió el más excitante de los besos y pude probar el sabor de mi propia sangre, se aparto, se limpió la sangre con el holán de su manga y él mismo se hizo una cortadura en su muñeca, vi como la sangre salió lentamente y me sentí inevitable y profundamente atraída a ella, Thomas suavemente puso su muñeca en mis labios, y casi como un instinto me aferré a ella, bebiendo como si del más dulce elíxir se tratara, la textura era suave, pasaba fácilmente a través de mi garganta y su sabor era espeso, dulce, extasiante. Escuchaba el cuerpo de Thomas como si fuese el mío, y lo sentía a él como si estuviese dentro de mí en en la más pura de las entregas. Escuché a lo lejos una voz decir “No más, detenla ya Thomas”.
Con una fuerza descomunal me aferré a su brazo, con tal de poder saborear hasta la ultima gota, y Thomas suave pero firme aparto su brazo de mí y me sostuvo. Creo que perdí la consciencia por un momento, pero al volver a abrir los ojos, fue como si hubiese nacido en un nuevo mundo; las voces, los colores, las sensaciones, todo era infinitamente más intenso y a la vez, más suave… era como si mis manos tocaran de una forma distinta, mis ojos vieran colores y formas que jamás antes habían observado, y el sabor ese sabor en mi paladar, la textura en mi lengua era indescriptiblemente placentero, ni el más rico de los manjares con la más sensual de las caricias y el más apasionado de los besos podrían asemejársele. Miraba a todos, y todos sonreían, y se veían diferentes, tenían un color de piel más pálido, blanco, aterciopelado; sus cabellos brillaban y no quedaba ni una sola cana entre sus cabellos, eran totalmente negros y sus ojos ya no eran cafés, eran grises tan claros que le daban un aire lúgubre y seductor a su rostro; era como ver a mi padre en un cuerpo distinto con un porte mucho más parecido al señor Dupreé y mi madre, jamás la había visto tan bella como esa noche, sus ojos brillaban de una manera especial, sus cabellos caían con exquisita gracia en rulos perfectos que salían de su peinado y caían sobre su cuello, sus labios eran rojos y hermosos, toda ella era perfecta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor deja tu opinion