(Imagen de Victoria Frances)
Volteé mi cara hacia el lentamente, y por fín pude verlo, sus ojos eran de un profundo azul, miraban directo a los míos, su cabello era rubio no un rubio cualquiera, era más bien un tono rubio oscuro, y un mechón caía descuidadamente sobre su cara, lo aparté con mi mano y sentí su piel, tan tersa como la seda más fina, sus labios rojos. No sé cuanto duramos viéndonos, era algo sobrenatural por completo, lo que me hacía sentir era irracional y desmedido, esta vez, no tenía miedo, la sensación de estar ahí de tenerlo a él ahí frente a mí, era indescriptiblemente placentera, sentí como mi piel se erizaba.
Pasaron días, y unas cuantas semanas, en que pude conocer un poco más al señor Dupreé y encontrarme con la sorpresa de que sus “encantadores hijos” (en palabras de mis padres, por supuesto) eran Thomas, Alain y la joven Annette. Una familia bastante peculiar en sí, sin contar a los hermanos que eran sobrenatural y diabólicamente seductores, Annette era callada, introvertida pero muy talentosa, su mundo estaba alrededor de los sonidos del piano; esto me recuerda, Thomas y Alain también eran muy talentosos, Thomas tocaba el violín y Alain tocaba el violonchelo. Pero continuando, todos eran muy educados, el señor Dupreé pasaba la mayor parte del tiempo al lado de mi padre, ayudándolo en sus negocios, y la bella Annette cuando no se le escuchaba tocando alguna melodía, pasaba horas en su habitación o en el jardín, siempre sola, parecía no disfrutar mucho de la compañía, al igual que el resto de su familia, ella era hermosa, tenía unos brillantes rizos dorados como los de Thomas, y unos profundos ojos grises como los de Alain, tenían un brillo especial, y cuando hablaba con alguien, siempre veía fijamente a los ojos de quien la escuchaba. Su padre el señor Dupreé, era sumamente elegante, en cuanto entraba en un cuarto su presencia se hacía notar, siempre vestía de colores oscuros, con un porte perfecto, su cabellera era negra como la de Alain y sus ojos eran azules como los de Thomas, su voz también se parecía mucho a la de Thomas aunque claro, a él se le escuchaba un poco mas conforme a su edad. Jamás mencioné o hize preguntas respecto a los extraños eventos que sucedían en la casa, los continuos cambios de sirvientes, el comportamiento extraño de mis padres cuando en ocasiones los sorprendía platicando con el señor Dupreé y mucho menos sobre las eventuales apariciones de Thomas en mi habitación, que a decir verdad, las disfrutaba enormemente, cada vez que lo sentía cerca, aunque sentía que estaba en peligro, era esa misma sensación la que me llevaba a un éxtasis total. Por otro lado, su ternura y su seducción me quitaban por completo cualquier resistencia que pudiese yo tener, pues tenía que admitirlo, estaba locamente enamorada de Thomas. Alain por otro lado era un bromista, seductor y conquistador… de todas, aunque en cuanto advirtió mis sentimientos hacia su hermano se alejo de mí.
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